'EL GRAN CUADERNO'. Las lágrimas de Agota Kristof


CRÍTICA DE CINE
'El gran cuaderno' (János Szász. Hungría. 2013. 109 minutos)

El potencial que tenían las palabras de la escritora húngara Agota Kristof, ha tenido un desigual encaje en la adaptación de la primera parte de su tríptico (en España se tituló ‘Claus y Lucas’). ‘El gran cuaderno’ es un texto que bordea la perfección –al igual que toda la obra de Kristof- y que no permite que se respire entre tanta crudeza.  La película de János Szász, es edulcorada, fría e incluso colorida. ¿Dónde queda ese dolor despiadado?

El cine no es literatura, es evidente, pero ‘El gran cuaderno’ es ya de por sí un texto limpio, directo, sin adornos, preciso e impactante y sin embargo, su adaptación persiste en mostrar una realidad más comestible, incluso esperanzadora. Permite que haya un rincón para sentimientos que no son tan fáciles de ver. Aparca ciertos golpes para crear situaciones que no son más que guiños para aproximarse a un determinado tipo de público o de miembros de jurados a los que les gusta ver algo de luz entre tantas tinieblas.

La fotografía, a cargo del siempre brillante Christian Berger, es en esta ocasión demasiado luminosa y solo ofrece una claridad completamente opuesta a la atmósfera del libro. No parece acertada esa línea que han cogido desde la producción, el arte y la dirección de mostrar todo con una pulcritud estereotipada y reconocible. Tampoco ofrece nada situar la acción en Hungría. Resultaba mucho más universal y provocador dejarlo como Agota Kristof, en ningún lugar concreto.

El trío protagonista, hermanos y abuela, s íestán bien trabajados, aunque los niños en ocasiones van vestidos demasiados elegantes para lo que tienen que vivir. Amalgama de instantes sin un final concreto, sin precisos objetivos y con vaivenes vacuos. Todo queda diluido en enunciaciones sin calado y en escenas bien esbozadas pero ancladas en la frivolidad de unas intenciones masacradas por las buenas formas.

‘El gran cuaderno’ estuvo en manos de Thomas Vinterberg a lo largo de mucho tiempo. Incluso contaba con el beneplácito de Kristof, pero no se concretó. Por el contrario, la escritora húngara tuvo que presenciar la adaptación italiana de su novela ‘Ayer’ y ser testigo de una masacre desoladora. La adaptación de János Szász no llega a ser tan demoledora pero no es ni siquiera un mínimo reflejo de lo que en el libro se cuenta. Su tono, su ritmo, su maniqueísmo y sus fallidas intenciones, consiguen que ‘El gran cuaderno’ no sea más que un producto reiterativo que se llevará palmaditas en la espalda de ciertos festivales.

IVÁN CERDÁN BERMÚDEZ

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