'EL SUEÑO DE LUNA'. Una preciosa canción


CRÍTICA DE TEATRO

'El sueño de Luna'
Compañía: Okina Teatro
Montaje y dirección: Beatriz Llorente y Victoria Peinado Vergara
Escenario: La Puerta Estrecha (Madrid)
Lo primero que hay que hacer ante el anuncio de un espectáculo teatral como 'El sueño de Luna' es reconocer la valentía de la propuesta. Dirigirse a un público tan específico y especial como son los niños de 0 a 3 años entraña un riesgo importante. Es enfrentarse a un público impredecible, que no sabe de guardar silencio o tener paciencia ante lo que no les gusta, que está descubriendo el mundo y que por lo tanto es muy difícil que fije su atención en un solo punto durante mucho tiempo, hay tanto que descubrir…
Lo segundo que hay que hacer ante la propuesta de Vicky Peinado y Beatriz Llorente es quitarse el sombrero. No solo porque ofrecen un espectáculo lleno de bellas imágenes y divertido. Hay que quitarse el sombrero por algo más importante. Y es que durante los cuarenta minutos que dura la obra logran que se oiga un silencio en la sala, que los niños estén atentos a lo que ocurre en el escenario, incluso los bebés y hasta los padres.
Apuestan, además, por no engañar, por no intentar engatusar al crío con estímulos potentes, con fuegos de artificio, con el truco fácil. Eso funciona por poco tiempo. Su apuesta es por un espectáculo sereno, no apelan al niño, sino que le proponen que acompañe el sueño. Le ofrecen magia y no trucos.
'El sueño de Luna' es una obra que da a su público serenidad, imágenes poéticas a través de la sencillez (increíble la escena en la que se mecen en las olas del mar con un simple plástico o aquella en la que proponen el brillo de las estrellas con bolas de luz).
Ante un mundo lleno de estímulos que se superponen atropelladamente unos sobre otros, casi sin solución de continuidad, aquí lo importante es la pausa, la calma, la presencia cálida y sencilla de actrices. Frente a los nuevos métodos de entretenimiento basados en la complejidad tecnológica, 'El sueño de Luna' se decanta por el uso original de materiales comunes; cajas de cartón, 'pomperos' o telas que se convierten en flores, estrellas o la luna.
Y, sin embargo, la mejor crítica que se puede hacer de este montaje es la atención de los niños, que una vez ha llegado el final continúan sentados, fascinados ante una canción de cuna que les invita a estar despiertos.

BENJAMÍN JIMÉNEZ

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